domingo, 13 de septiembre de 2009

Primeros Medios: Escultura Los Burgueses de Calais



La historia de los burgueses de Calais

En su crónica sobre el Sitio de Calais, el cronista Jean Froissart cuenta sobre los seis burgueses:

Para el rey Eduardo III de Inglaterra el puerto francés de Calais, sobre el Canal de la Mancha, era de gran importancia estratégica y en septiembre de 1346, tras la batalla de Crecy, dirigió un sitio de la ciudad. Tras varios intentos de los ingleses de tomar la ciudad y varios intentos fracasados de los franceses de romper el sitio, el rey Eduardo tomó la decisión en febrero del siguiente año, de dejar morir de hambre a los habitantes de la ciudad.


En junio, las reservas de agua y comida de la ciudad eran supremamente escasas.

Un mes después, luego de que un convoy con víveres fue detenido por los ingleses, quinientos niños y ancianos fueron expulsados de la ciudad para permitir a los demás sobrevivir, pero los ingleses les impidieron el paso dejándolos morir de hambre justo afuera de los muros de la ciudad.

Desde que el rey Felipe VI de Francia retiró sus fuerzas de la ciudad, el alcalde de Calais ofreció al rey inglés la capitulación de la ciudad con la condición de que los habitantes pudieran salir libres. El rey Eduardo se negó, indignado de que una ciudad que estaba a punto de caer y que le había costado tanto tiempo, hombres y dinero, se atreviera a imponer condiciones. Sin embargo los propios hombres del rey señalaron que la única culpa de la ciudad fue haber luchado valientemente por su rey. Finalmente el rey se ofreció a respetar la vida de los pobladores de la ciudad si seis hombres notables de la ciudad, en su lugar, se rindieran ante él, junto con las llaves de la ciudad, vestidos en camisón y con una soga amarrada a sus cuellos.


El alcalde de Calais hizo sonar las campanas y reunió a los habitantes en la plaza para comunicar las condiciones del rey inglés. La población recibió la orden con un gemido y los acudientes rompieron en llanto. Al poco tiempo, sin embargo, uno de los hombres más ricos de la ciudad, Eustache de Saint-Pierre, se paró y dijo:

Monsieur, sería una gran desgracia permitir que esta gente muera de hambre
si podemos encontrar una alternativa. Estoy convencido de que compliría la
voluntad de mi Dios si me ofreciera por estas personas y me entregara así como
el primero en salir descalzo y con la cabeza descubierta, vestido en camisa y
con una soga alrededor de mi cuello y me entregara a la voluntad del rey
inglés.


Finalmente otros cinco de los ciudadanos prominentes le hicieron compañía: Jacques y Pierre de Wissant, Jean de Vienne, Andrieus d'Andres y Juan d'Aire. Se vistieron según los deseos del rey y fueron escoltados por la ciudad hasta sus puertas donde se despidieron de la multitud afligida de hombres, mujeres y niños. Se abrieron las puertas y el alcalde salió con sus seis ciudadanos y cerró la puerta nuevamente. De ahí acompañó al grupo hasta el campamento inglés y los dejó.

Los ingleses los llevaron a los hombres frente a la tienda del rey Eduardo donde cayeron de rodillas y le pasaron las llaves de la ciudad. El rey los miró con inquina y en silencio por un largo rato antes de dar la orden de que los colgaran. Uno de los caballeros que se encontraban cerca tomo entonces la palabra:



Mi buen rey, os suplico contenga vuestra ira. Vuestra reputación habla de un
corazón noble. No permita que un suceso como este la avergüence o permita que
nadie pueda hablar mal de vos. Todo el mundo podría decir que vos se porta con
crueldad si condena a muerte a seis hombres nobles quienes, por su propia
voluntad, se ofrecieron a vuestra voluntad para salvar a sus ciudadanos.


La ira del rey aumentó cuando sus propios caballeros le señalaron el heroísmo de los burgueses y con un gesto hizo salir al caballero. Entonces su reina, Felipa de Hainault se le abalanzó llorando y suplico:



Mi buen señor, desde que crucé el mar con gran peligro, para encontrarme con
vos, nunca os he pedido un favor. Ahora os pido, como la más humilde de las
ofrendas, por el Hijo y la Santa Madre y por vuestro amor a mi, respete la vida
de estos seis hombres.


El rey la miró en silencio por un corto tiempo y dijo:



Oh, Lady, deseo que estuvieras en algún otro lugar que no éste. Me has
suplicado de tal forma que no puedo negarme: Os los entrego, has con ellos lo
que quieras.

Felipa les retiró pronto las sogas y los llevó a sus aposentos donde les ofreció ropajes y una cena fantástica. Luego los proveyó de dinero y los condujo en secreto. Pronto se encontraron en diferentes ciudades de Picardía


Los habitantes de Calais se dirigieron luego a territorio francés, los más ricos tras pagar un rescate.

Tras haber pasado hambre por tanto tiempo, cientos de los habitantes de Calais murieron por comer demasiado, demasiado rápido.

Calais permaneció en manos inglesas hasta 1558

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